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En un espacio breve pero único se alza el Bosque de la Niebla, en los Llanos del Juncal, en unas 80 hectáreas de un parque natural de 1.677 kilómetros cuadrados, donde se origina un ecosistema que nada tiene que ver con el predominante en la zona y que data de 1.8 millones de años. Dicen de él que es uno de los senderos más tenebrosos, por no decir mágicos, de los bosques del sur de Europa, y en él se producen especies del mundo vegetal y animal desconocidos en los alrededores.
Del Bosque de la Niebla se han escrito cientos de tratados científicos que explican con claridad las fuertes razones por las que este espacio natural único merece ser protegido. ¿Pero lo es en realidad?
La mano del hombre siempre está detrás de los principales ataques y parece que las autoridades, en este caso de la Junta, que deben velar por su conservación, no hacen lo suficiente.
Independientemente de los incendios forestales que cada verano se originan en los alrededores de este enclave, el acceso descontrolado de personas y la excesiva masificación están creando problemas en el ecosistema sobre los que los ecologistas de Agaden de dejan de clamar desde hace años.
Javier Gil, portavoz de esta asociación, insiste en la situación de dejadez:
“El director del Parque el señor Fornell nos promete más vigilancia, carteles, candados y evitar el exceso de público, porque la flora y la fauna está amenazada. Y lo que nos encontramos son gente que en vez de respetar el sendero y no salirse de él no evitan adentrarse en el bosque, mientras que a los ciclistas les atrae practicar el campo a través y, claro, no hay vigilancia diaria y encima la Junta se encarga de facilitar publicidad del lugar, por lo que un ecosistema tan sensible y único está amenazado también por la masificación”.
Recuerda Gil que para entrar en el Bosque de la Niebla es necesaria una autorización administrativa que permite disfrutar de este enclave a un máximo de quince personas y que no hacerlo puede acarrear sanciones, “pero no pasa nada y encima se permite que por el lugar transcurran competiciones deportivas”. El director del Parque; José María Fornell, reconoce que los que entren sin autorización se arriesgan a una multa de cien euros, aunque siempre se procura dar un aviso antes de multar.
Pero las ‘invasiones’ y visitas irregulares no atienden las advertencias de la cartelería y los candados que intentan evitar el paso de los coches son destruidos permanentemente. La evidente falta de colaboración ciudadana hace que Agaden requiera la presencia más activa de agentes medioambientales y del Seprona, “porque éste no es un lugar cerrado, pero si un lugar único del que nos debemos sentir orgullosos y protegerlos de aquellos que no lo respetan”.
Desde la dirección del Parque Natural de los Alcornocales reconocen el conflicto existente y han intentado poner medidas de control que, hasta ahora, no han resultado ser tan efectivas como esperaban. Javier Gil advierte que a través de las redes sociales la gente comparte rutas y explicaciones de cómo llegara a este paraje, “Antes la gente no se internaba más porque no conocían la zona y les daba miedo perderse, pero ahora esto no pasa”
UN REGALO DE LA NATURALEZA
El Bosque de la Niebla es uno de los lugares más bellos que nos regala la naturaleza en la sombra de Los Alcornocales y un espacio que disfruta de la máxima protección por sus indudables valores ambientales, que se traduce que el lugar esté decorado con una densa niebla durante 245 días al año, fruto de la humedad que emana entre el Atlántico, el Mediterráneo y el Estrecho.
Una decoración con un cierto halo de misterio del que disfrutan numerosos senderistas y estudiosos de las especies que allí se reproducen como el musgo laojaranza, los helechos, la laurisilva, por no hablar de la floración de unas setas que son especialmente estudiadas por micólogos de la zona y de todo el país.
En esa cápsula del tiempo subsisten especies propias de selvas templadas que se pueden ver en islas como Madeira y las Canarias En esta joya vienen investigadores que se encuentran con especies que no sabían que podían estudiar in situ en el mismo contienen europeo.
Algunas de estas especies presentes en el bosque aparecen en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial del Ministerio de Medioambiente, como es el caso de la ojaranza. Tal y como añade Javier Gil, portavoz de Agadén en el Campo de Gibraltar, otras muchas aparecen en libros rojos en peligro de extinción.
Es el caso de las 18 especies de briófitos (plantas no vasculares y terrestres, como el musgo), los diez tipos de pteridófitos (helechos) y las 25 clases de plantas superiores (con raíces y tejidos) presentes en el bosque y que aparecen en distintos catálogos científicos de especies en peligro.
