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Gibraltar siempre fue para Gustavo Bacarisas una fortaleza

Rosario Pérez · Fotos: Fran Montes

Murales en calle Comedia @Fran Montes

Gibraltar siempre fue para Gustavo Bacarisas una fortaleza, un refugio en tiempos difíciles

El presidente de la asociación Fine Arts y responsable de la Galería Gustavo Bacarisas, Gino Sanguinetti, reivindica la figura de este gibraltareño universal, sobre el que aún existen lagunas históricas.

“Gibraltar fue siempre para Gustavo Bacarisas una fortaleza, un refugio seguro al que acudir en momentos difíciles”, cuenta Gino Sanguinetti mientras nos enseña la galería que lleva el nombre de este gibraltareño universal, que nació en Gibraltar en 1872 y falleció en Sevilla en 1971, a la edad de 98 años.

Gino Sanguinetti – El presidente de la asociación Fine Arts

Una vida tan longeva le permitió vivir numerosos avatares, históricos y personales, y le convirtió en autor de una obra prolífica, que, aunque recibió distintas influencias artísticas, mantuvo siempre un sello propio e inconfundible, sólo marcado por la herencia de aquel impresionismo que coincidió, en el tiempo y el espacio, con su época de formación.

El presidente de la Fine Arts Association lamenta que Bacarisas, que fue un gran viajero y vivió buena parte de su vida en España, pero también en Italia, Francia, Marruecos, Estados Unidos y varios países de Suramérica, no sea todavía demasiado conocido, ni su extensa obra suficientemente estudiada ni reunida.

En el verano de 2011, el Gobierno gibraltareño comisarió una exposición sobre la “Vida y Legado” de Gustavo Bacarisas en las galerías de Casemates Square. Actualmente, las colecciones de arte del Ministerio de Cultura y del Museo de Gibraltar atesoran algo más de cuarenta obras de Bacarisas, algunas de las cuales están permanentemente expuestas al público en salas como las del City Hall y el GEMA (Gibraltar Exhibition of Modern Art), entre otras.

El resto, según Sanguinetti, están repartidas por todo el mundo, y no pocas de ellas en colecciones privadas de las que ni siquiera se tiene noticia.

“Sabemos que hay cuadros de Bacarisas en la colección de la duquesa de Alba y en el Thyssen, por ejemplo, y en lugares tan lejanos como el Museo de La Habana, pero lamentablemente también hubo obras, cientos de ellas, a las que se le perdió la pista, como las que desaparecieron cuando tuvo que huir de España, en plena Guerra Civil”.

El estallido de aquella contienda le pilló en Madrid, y ya era mayor: tenía 64 años. Bacarisas atesoraba por aquel entonces varias décadas de carrera; había vivido algunos años en Buenos Aires, había trabado amistad con artistas como el pintor José Cruz Herrera, el compositor Manuel de Falla y el guitarrista Andrés Segovia, había sido nombrado Hijo Adoptivo de Sevilla y recibido la Medalla de Oro de su Ateneo, había conocido a los escritores de la Generación del 27 e incluso el famoso filósofo José Ortega y Gasset le había firmado el prólogo del catálogo de una de sus innumerables exposiciones… y se había casado con Elsa Jernas, una pintora sueca a la que conoció en uno de sus viajes, en 1922, cuando ya tenía 50 años.

En 1940, cuando ya llevaban algo más de cuatro años “refugiados” en Gibraltar, Gustavo y Elsa estuvieron entre los miles de gibraltareños evacuados con motivo de la Segunda Guerra Mundial. Su destino fue la isla de Madeira, donde su hermano Horacio Bacarisas era vice-cónsul británico y allí siguió pintando hasta 1945, cuando pudo regresar a Gibraltar, y de allí, nuevamente a Sevilla.

“Bacarisas, que nunca llegó a jubilarse, se encontró con más de 70 años y un futuro incierto, porque necesitaba seguir pintando, y parece ser que fue su relación con la Iglesia católica, que siempre fue buena, la que le facilitó la vuelta a la normalidad y el poder seguir ganándose la vida con la pintura”, señala Sanguinetti, que considera que a ello le ayudó el hecho de no haberse metido nunca en política. “En ese sentido, su postura nunca fue otra que la prudencia”.

El artista gibraltareño, que atrapó como pocos la luz y el encanto de los pueblos blancos de Andalucía, que llegó a firmar no pocos carteles para la Feria de Sevilla, y que en 1915 había llegado incluso a recibir en su estudio la visita de una reina española, la Reina Victoria, fue objeto en los años 60 de importantes reconocimientos, como el de catedrático honorario de la Escuela Superior de Bellas Artes de Sevilla, el título de ‘Freeman of the city of de Gibraltar’, y el de miembro de honor de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. En Aracena, el pueblecito de la sierra de Huelva en el que vivió durante uno de sus últimos años, una calle encalada lleva su nombre.

Murales en calle Comedia

Murales en calle Comedia @Fran Montes
Murales en calle Comedia @Fran Montes

Auspiciado por los servicios culturales de Gibraltar se han creado murales de arte callejero en la calle Comedia, que nacen de la iniciativa de Ronnie Alecio y del artista Jupp. El objetivo era celebrar la obra de Bacarisas, que de niño fuera residente de esta calle a finales del siglo XIX.

Los murales se inspiran en las pinturas del artista. Después de este proyecto, el Gobierno continuará trabajando con Alecio y su equipo para ampliar este concepto en otras áreas el próximo año.

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