Una ingestigación defendida por el biólogo marino Manu Esteve en la Fundación Aquae apoya la tesis de que estos túnidos salvajes eran un “manjar” ya desde la Prehistoria
La primera ‘levantá’ de las almadrabas gaditanas tuvo lugar el pasado 20 de abril en la localidad de Conil de la Frontera, con la captura de unos 30 atunes rojos salvajes, comenzando así la temporada de este arte de pesca sostenible, que cuenta con más de 3.000 años de historia…
Una historia a la que, de un tiempo a esta parte, hay que añadir nuevos hallazgos, que muestran que el atún ya era una pieza codiciada por nuestros antepasados en la Prehistoria, mucho antes de que se inventaran las más rudimentarias artes de pesca.
Uno de estos estudios, sin duda sorprendente, es el que se dio a conocer este mes de abril durante el estreno de la sección “Naturaleza y biodiversidad” en Conversaciones Aquae, la sección de podcast de Fundación Aquae, y según el cual “las orcas y los neandertales colaboraban intencionadamente en el Estrecho de Gibraltar para cazar el atún rojo del que ambas especies se alimentaban”.
Según la investigación defendida por Manu Esteve, biólogo marino y doctor en comportamiento animal, basada en restos arqueológicos y en el análisis del comportamiento de estos cetáceos, y recogida por la agencia de noticias Europa Press, “esta colaboración entre orcas y neandertales era ‘intencionada’ ante el ‘hecho constatado’ de que los atunes, para huir de las orcas, saltaban a la playa, donde los homínidos los capturaban, devolviendo después partes al mar”.
La agencia recogía también el estreno del podcast de la bióloga Mónica Fernández-Aceytuno, acercando a los oyentes de Aquae sus últimos trabajos sobre relaciones y vínculos inter-especies, y precisando que esos hallazgos se basan “tanto en los restos arqueológicos encontrados en la zona, como en el estudio del comportamiento de los mamíferos a la hora de cazar a los atunes en su paso por el Estrecho de Gibraltar, hacia las aguas de Baleares”.
Registros fósiles encontrados en las cuevas de Gibraltar
“De hecho, según los registros fósiles encontrados en las cuevas de los neandertales de Gibraltar, se constata que estos homínidos se alimentaban con atún, pese a no tener instrumental ni embarcaciones para pescarlo”, continúa recogiendo la noticia.
A este respecto, Manu Esteve sostiene en su investigación que el gran temor de los atunes a las orcas provocaba que en su huida pudieran acabar saltando a la playa.
“Basándose en estas observaciones, la tesis de Esteve es que los neandertales aprovechaban este hecho para capturar los atunes, y que, lejos de que esta conducta entre homínidos y orcas fuera fortuita, obedecía a una colaboración intencionada, ya que las orcas se beneficiaban a su vez de los restos de los peces que los homínidos volvían a arrojar al mar”, se añade en la comunicación.
“Es una hipótesis que defiendo y apoyo en la Teoría de las Propiedades Emergentes y en la astucia de las orcas… ¿Cómo las orcas, que son tan inteligentes, no encontraron un método para cortar la retirada a los atunes y que no escaparan a la playa? A lo mejor querían que saltaran a la playa», afirma el investigador en el podcast recogido por Europa Press, sosteniendo que, así, ambas especies resultaban beneficiadas.
Los últimos neandertales
Cabe tener en cuenta que diversos estudios, defendidos también por estos investigadores, sostienen que los neandertales de la zona de Gibraltar fueron “los últimos que vivieron en el planeta”.
Por su parte, estos estudiosos recueran que “las orcas tienen que hacer un gran esfuerzo para captura atunes en el medio salvaje, con persecuciones de hasta 30 minutos, y durante 7 o 10 kilómetros, que acaban con los túnidos agotados o muertos por infarto, y es en ese momento cuando las orcas los capturan”.
Según la tesis de Esteve, difundida en Conversaciones Aquae, «es muy probable que las orcas descubrieran que era mucho menos costoso arrinconar atunes, entre varios miembros, y hacerlos varar en la playa, para recibir a cambio los restos de su consumo por parte de los neandertales».
Esta “colaboración” también esclarecería, según el científico, “la capacidad de los habitantes de estos asentamientos prehistóricos de alimentarse de atún rojo sin haber dispuesto de tecnología para su captura”.
Las orcas, con una “inteligencia altamente desarrollada”
El experto añade también, en este podcast de la Fundación Aquae, que en su último trabajo de campo en el Estrecho de Gibraltar ha podido comprobar cómo “dos familias de orcas semi-residentes en la zona, y ligadas la migración de estos peces, lejos de perseguir a los atunes rojos, arrebatan ejemplares a los pescadores artesanales con cebo, una vez que estos peces ‘pican’ el anzuelo”.
Según Esteve, este comportamiento “obedece a la inteligencia altamente desarrollada de las orcas, lo cual les permite establecer una gran proximidad con el ser humano”.
«Relación entre orcas y hombres ha habido siempre y ése es uno de los apartados que quería explorar: la relación que distintas culturas han tenido con las orcas en Alaska, en la Columbia británica, o en Kamchatka», añadía el investigador en su internvención en Conversaciones Aquae, en las que han debatido hasta la fecha numerosos expertos y profesionales.
Cabe recordar que, en la actualidad, el atún rojo salvaje de almadraba, que se captura únicamente entre los meses de abril y junio, se ha convertido en todo un símbolo gastronómico de la provincia de Cádiz y Andalucía, lo que motiva que se haya convertido también en objeto de todo tipo de estudios en el ámbito universitario y científico.