El emblemático establecimiento, construido en 1901 por un arquitecto inglés y sede de importantes acontecimientos, “herido” por la falta de clientes de este 2020.
El emblemático Hotel Reina Cristina de Algeciras se encuentra cerrado de manera indefinida desde este jueves, 1 de octubre de 2020, abocado a ello por la grave situación de crisis económica que se está viviendo en el sector turístico a causa de la pandemia de la Covid-19. “No tenemos clientes”, lamentan fuentes de la empresa, confirmando que la plantilla se ha acogido ya a un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE).
La noticia ha caído como un jarro de agua fría en el sector turístico de la comarca, que acusa los efectos de un verano atípico, y se enfrenta a una temporada de otoño-invierno más atípica todavía… Pero también, y muy especialmente, en la ciudad de Algeciras, que tiene una especial vinculación sentimental con este histórico establecimiento, con más de 100 años de intensa y azarosa historia.
El sindicato Comisiones Obreras que ostenta el total de la representación sindical en el comité de empresa, ha querido lanzar, no obstante, un mensaje de tranquilidad, asegurando que no se trata, en ningún caso, de un cierre definitivo. En este sentido, el sindicato recuerda que la del cierre temporal no es una medida nueva, y que ya se adoptó una similar durante el periodo que duró el Estado de Alarma tras la declaración de la pandemia del coronavirus.
Según CCOO, aunque doloroso, el actual cierre indefinido debe ser entendido como “un instrumento para garantizar la viabilidad del hotel y hacer frente a la complicada situación que padece el sector turístico” y similar al implementado en estos días en un importante número de hoteles, tanto de la provincia de Cádiz como del conjunto de España. Es el caso, en la comarca, del Hotel Guadacorte Park, ubicado en el término municipal de Los Barrios, y del Mir Octavio, también en Algeciras.
“En estos momentos no habría causa para un cierre definitivo del hotel Reina Cristina, y, en honor a la verdad, hay que decir que la empresa no lo ha planteado”, ha asegurado el secretario comarcal de CCOO, Manuel Triano, que insiste en que la medida adoptada por Hoteles Globales, propietaria del emblemático edificio, pretende “salvaguardar los puestos de trabajo y el futuro de la actividad de este histórico hotel algecireño”.
Para Triano, resulta perfectamente comprensible el desasosiego que ha generado en Algeciras el “infundado rumor” de que se podría proceder a un cierre definitivo, y lo ha achacado a la “especial vinculación sentimental” que la ciudad tiene con el Reina Cristina.
Sede de la Conferencia de Algeciras de 1906
El hotel Reina Cristina fue construido en 1901 en Algeciras por Thomas Edward Collcutt, un arquitecto inglés de la época victoriana que diseñó importantes construcciones londinenses como el hotel Savoy en Westminster and the Palace Theatre.
El hotel se construyó a raíz de la construcción, unos años antes, de la línea de ferrocarril Algeciras-Bobadilla, que era propiedad de Alexander Henderson, quien, a través de su empresa, Henderson Administrations, financió la construcción del impontente edificio victoriano. El solar donde se construyó el hotel era por aquel entonces propiedad del vicecónsul del Reino Unido, Guillermo Jaime Smith, quien vendió a Henderson Administrations parte del terreno, quedándose con una parcela en la que mandó edificar su propia vivienda: el Parque Smith (actual sede oficial de la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar).
La zona fue dotada de numerosas plantas, en “un intento por asemejarse al Jardín Botánico de Gibraltar”, y aunque muchas de esas especies vegetales se perdieron en un expolio posterior, en los jardines del Hotel Reina Cristina aún se conservan varias de ellas, originales de la primera etapa del edificio.
Parte, durante décadas, de la vida social de los algecireños, el hotel atesora además un valor histórico “incalculable”, por la importancia de los acontecimientos que se han sucedido entre sus muros, así como por la relevancia de muchos de los personajes que en él se han hospedado.
El evento histórico que, a principios del siglo XX, dio fama internacional al hotel fue la Conferencia de Algeciras, celebrada entre enero y abril del 1906, con el objetivo “oficial” de encontrar una solución para la Crisis del Tánger, que enfrentaba a Francia y Alemania. Un total de 13 países participaron en aquella conferencia, en la que se consiguió resolver temporalmente el problema, y muchos de sus mandatarios y representantes estuvieron alojados en esas habitaciones.
Un “nido de espías” en la II Guerra Mundial
Tras sufrir un aparatoso incendio en 1930, provocado por un cortocircuito, el hotel fue restaurado y, algunos años después, en plena II Guerra Mundial (1939-1945) se convirtió en un punto de reunión estratégico para los espías, de ambos bandos, que querían controlar los movimientos militares en la cercana ciudad de Gibraltar. Recuerdan los historiadores que en aquellos años turbulentos aún no estaban muchas de las construcciones actuales, incluidas las portuarias, y que las vistas del Peñón y de toda la Bahía eran “absolutamente excepcionales”.
De hecho, según consta en la propia página web del hotel, “se dice que había una habitación especialmente indicada para tal labor, la Suite 246, que fue una pieza clave por sus magnificas vistas, desde donde se podía controlar el tráfico de barcos y movimientos militares en Gibraltar, y donde se usaba el baño como cuarto oscuro para revelar las fotografías que los espías realizaban”.
También hablan las crónicas de la época de la existencia de varios túneles, que conectaban el hotel con la playa (entonces cercana) para que los clientes pudieran tomar “baños de mar”, en una época en la que dichos baños no tenían una motivación lúdica, sino puramente terapéutica.
Algunas leyendas, que hablan de fantasmas vagando por sus pasillos, sirvieron también durante años para acrecentar el misterio en torno a un hotel que ha tenido, a lo largo de su azarosa vida, huéspedes tan ilustres como el rey Alfonso XIII, Federico Garcia Lorca, Franklin D. Roosevelt, Sir Arthur Conan Doyle y Winston Churchill, por citar solo algunos de los registrados en su “libro de oro”.