La ‘utopía social algecireña’ en El Bujeo, Tarifa de Antonio Armenta, rescatada del olvido | Manuel Tapia Ledesma | Campo de Gibraltar
El historiador Manuel Tapia Ledesma reivindica la figura de este intelectual incomprendido de finales del siglo XIX, que llegó a conseguir la creación de una colonia positivista en El Bujeo, Tarifa
“¿Quién fue Antonio Armenta?”. En los círculos culturales de Algeciras son unos cuantos los que se han hecho esta pregunta a raíz de la reciente presentación en sociedad de una nueva asociación, la tertulia cultural Antonio Armenta, que lleva el nombre de quien fuera, en su día, un significativo intelectual de la ciudad, a pesar de resultar hoy un personaje prácticamente desconocido.

Empeñado en seguir sacando a la luz las ‘Historias de Algeciras’, tanto a través de redes sociales y medios de comunicación como en forma de libro (recientemente presentó el 5º volumen, editado con fines solidarios), el historiador e investigador Manuel Tapia Ledesma reivindicó en un acto celebrado en septiembre en la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar la figura de Armenta, así como su empeño, demasiado quimérico y adelantado para la época (finales del siglo XIX), en tratar de construir una sociedad regida por los principios de la filosofía positivista.
Maestro de profesión, intelectual y seguidor de las teorías del filósofo francés Auguste Comte, Antonio Armenta difundía sus ideas desde la planta baja del número 10 de la antigua calle Salmerón (o calle del Río), donde impartía clases particulares de primera enseñanza, y donde llegó a tener un respetable número de seguidores entre profesionales destacados de la ciudad, como Manuel Cabezas, Sebastián Sánchez, Domingo Andrés, Rafael Pagüe, Francisco Broto o Juan Morejón.

“Este hombre terminaba sus clases vespertinas y, cuando acababa de recoger y se despedía de sus alumnos y de sus dos maestros ayudantes, su hijo Melchor Armenta y Angelio Benítez, subía a la parte alta de la vivienda, donde tenía su hogar; y allí, junto a su esposa, Margarita Moreno, reponía fuerzas y esperaba la llegada de sus correligionarios, entre los que divulgaba con vehemencia, en reuniones y tertulias, su convencimiento de que la solución a los problemas de aquella sociedad estaba en los principios de la filosofía positivista”.
Empeñado en rescatar ésta y otras figuras locales del olvido, Tapia Ledesma explica que “al igual que Pérez Galdós, a nivel nacional, o Emilio Santacana, por mencionar a otro intelectual de Algeciras, Antonio Armenta fue un hombre adelantado a su tiempo, que defendía ideales impropios para la época, como la igualdad entre hombres y mujeres… Un soñador que pretendía cambiar la sociedad utilizando como herramientas el altruismo, el orden y el progreso, y, por tanto, un hombre incomprendido por la mayor parte de una sociedad que se regía por reglas religiosas y castrenses”.

Aún así, Armenta y sus discípulos pusieron por escrito su pensamiento, “horneado en largas e intensas horas de reflexiones y discursos”, y trataron de llevar la teoría a la práctica en unos terrenos entre Algeciras y Tarifa, en la zona de la Dehesa del Bujeo, popularmente conocida como la Venta El Bujeo.
Tapia Ledesma ha intentado arrojar algo de luz sobre aquella ‘utopía social’, que se llamó Colonia Armenta, y que se puso en marcha a partir del 21 de mayo de 1894, cuando (teniendo ya Armenta 54 años) aquellos “siete elegidos” firmaron un documento por el cual se constituían en sociedad para fundar y establecer una colonia autosuficiente.
La compra-venta de los terrenos se formalizó el día 20 de junio de aquel mismo 1894, por el precio de 1.500 pesetas, y la construcción del asentamiento fue avalada (con su presencia y firma como testigos) por otros dos conocidos personajes: el industrial y comerciante José Soto y Manuel Sanguineti Sambuceti, administrador del Hospital Civil y hombre también muy respetado en la ciudad.

“Hay pocos documentos y muchas incógnitas, y es inevitable preguntarse cómo se entendería, en una ciudad tan estamental como la Algeciras de entonces (en la que la moral se dictaba desde el púlpito y la jerarquía militar lo controlaba todo) la implantación de lo que aquel grupo autodenominó ‘colonia’, pero tampoco consta que se intentara reprimir aquel proyecto ni que se produjeran altercados”, explica el historiador, que achaca a posibles causas económicas (puesto que tuvo que ser un proyecto muy costoso), unidas a la incertidumbre provocada por la situación política internacional, el hecho de que el experimento apenas durara tres años, concretamente hasta 1897, poco antes de la crisis del 98.
“¿Que ocurrió exactamente entre aquel 21 de mayo de 1894 y el 27 de octubre de 1897 para que acabara el sueño?”, se pregunta Tapia Ledesma… Pero eso, probablemente, dé para otro libro.
La ‘utopía social algecireña’ en El Bujeo, Tarifa de Antonio Armenta, rescatada del olvido | Manuel Tapia Ledesma | Campo de Gibraltar