La Bahía de Algeciras y un un espacio marítimo privilegiado, una “amplia, profunda y segura bahía situada en un cruce naval estratégico” que permitió, en distintos momentos de la Historia, “el desarrollo de una intensa ocupación, con una clara vinculación marítima y comercial”. El resultado: más de 400 naufragios documentados e interesantes proyectos para seguir poniendo en valor la que es una de las áreas más ricas de España en patrimonio arqueológico subacuático.

Una pequeña parte de los hallazgos de las campañas realizadas hasta la fecha formarán parte de una exposición temporal que iba a llevarse a cabo en el Museo Municipal de Algeciras en el último trimestre de 2020, y que ha tenido que ser aplazada a una mejor fecha, ya para 2021, a causa de la pandemia de la Covid-19. En cualquier caso, ya hay un acuerdo para que éstos y otros restos permanezcan en el depósito del Museo algecireño, desde donde se trabajará para su conservación y difusión.

“Uno de nuestros principales objetivos tiene que ser ése, la difusión, dar a conocer a la ciudadanía el alcance y la importancia de estas excavaciones submarinas, porque lo que no se conoce ni se comprende ni se protege”. Así lo dejaba claro Raúl González Gallero, en una conferencia online organizada este mes de noviembre por la sede en La Línea de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), y titulada “La Arqueología Subacuática en el entorno de la Bahía de Algeciras”.
González Gallero realizó durante su exposición un recorrido por las cinco etapas de estas excavaciones subacuáticas, desde la inicial y rudimentaria de los años 60-70, hasta la actual, centrada en las clases prácticas de los alumnos del Máster de Arqueología Náutica y Subacuática de la Universidad de Cádiz (UCA), y proyectada hacia un futuro que pasa por la formación de nuevas generaciones de profesionales, pero también por la apertura de algunos yacimientos al público, en colaboración con las federaciones de submarinismo y los clubes de buceo.

El ponente reconoció, de entrada, que “el nivel de conocimiento científico y de documentación del Patrimonio Arqueológico Subacuático bajo estas aguas sigue siendo escaso, considerando la importancia histórica que el mar y las actividades náuticas han desempeñado, y desempeñan, en el entorno”. Es por ello por lo que, desde la Universidad de Cádiz, se están llevando desde 2017 a cabo diversos proyectos encaminados a paliar esta falta de conocimiento de nuestras aguas, y con “interesantes resultados”. El Máster de Arqueología Náutica y Subacuática se centra actualmente en dos yacimientos sumergidos: el de Timoncillo (del siglo V a.C.) y el de La Ballenera (de finales del siglo XVI-inicios del XVII).

Además, González Gallero destacó las posibilidades de futuro que se abren con los proyectos “Tide” y “Herakles” (ambos con fondos europeos), y con una nueva iniciativa: la de organizar Rutas Arqueológicas Subacuáticas, dentro de los términos de Algeciras y Tarifa, y en colaboración con el Parque Natural del Estrecho y con la Fundación Campus Tecnológico. En cuanto a la zonificación preliminar de la Bahía, para su prospección y estudio, la primera campaña, realizada en este 2020, ha arrojado ya resultados bastante positivos, con la documentación de varios pecios, como el de Rinconcillo V.
Por lo que respecta a la protección de los pecios hundidos, el ponente de la UIMP apostó por llegar a acuerdos con los centros de buceo de la zona para que ellos sean “los principales protectores de estos tesoros aún ocultos en los fondos de la Bahía”.
A preguntas de los asistentes a la conferencia telemática, González Gallero consideró que “el buceador normal, si destroza es más por desconocimiento que por intención de expoliar”, aunque sí reconoció que “claro que ha habido algún expolio, y los puede seguir habiendo, y eso hay que perseguirlo”.

Entre los más sonados, el reciente y lamentable caso del saqueo de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, cuyo tesoro fue esquilmado en 2007 por la empresa Odyssey hasta que, cinco años después, el Tribunal Supremo de Estados Unidos ordenó que fuera devuelto a España.
Arqueólogos empeñados en la defensa del patrimonio sumergido

Además de técnico especialista en Arqueología Subacuática, Raúl González Gallero es delegado del Patrimonio Cultural de la Federación Andaluza de Actividades Subacuáticas (FAAS), miembro del Comité Científico de la Federación Española de Actividades Subacuáticas (FEDAS-CMAS), y profesor de las prácticas del Máster de Arqueología Náutica y Subacuática de la Universidad de Cádiz (UCA).
También ha sido director y técnico en numerosas intervenciones arqueológicas subacuáticas a lo largo de la costa española.
Durante su disertación en la reciente conferencia de la UIMP, González Gallero recordó que fue un buzo local, Juan Antonio Matas Serrano, a finales de los 60 y principios de los 70 (coincidiendo con la entrada en la zona de la escafandra autónoma), el primero en comenzar a estudiar los fondos marinos de la Bahía, localizando diversos yacimientos y hallazgos de ánforas, como los de Los Golones, la Punta del Rodeo y el Pecio del Tambor, entre otros.

No obstante, aún debería pasar una década para que, en los años 80, un grupo de amigos liderados por Félix Rodríguez Lloret y Antonio Sequera, lograran realizar una carta arqueológica de la zona, con metodología científica.
Tras años en los que, salvo algunos tímidos intentos, no se prestó a la zona la consideración suficiente, el año 2004 marcó un antes y un después: ese año se celebró un Congreso en la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar en el que los arqueólogos dieron la voz de alarma sobre las consecuencias que la falta de protección había tenido para el patrimonio hundido en la Bahía de Algeciras y Gibraltar.
“Una de las conclusiones fue la pérdida irreparable de gran parte de ese patrimonio a causa de las obras portuarias y de un control arqueológico insuficiente y no coordinado”, comentó el ponente.

El siguiente hito se produjo, según González Gallero, en el año 2008, cuando la Junta de Andalucía decretó la protección de 55 zonas arqueológicas subacuáticas con la figura de mayor protección existente: la de BIC (Bien de Interés Cultural), e incluyó, dentro de esas zonas, yacimientos como los del Fondeadero de Punta Carnero y La Ballenera (ambos en Algeciras) y el del Arroyo de los Patos (en Guadarranque).
Ya en 2009, se crearon en Andalucía 42 espacios denominados “zonas de servidumbre aqueológica”, y cuatro de ellas se establecieron en la comarca: la Ensenada de Bolonia, la Isla de Tarifa, la desembocadura del Río Borondo y, cómo no, la Bahía de Algeciras y Gibraltar.

Según explicó el ponente, la novedad de esta nueva figura de protección de espacios subacuáticos radica en que “aunque no se hayan documentado aún restos de interés, existe la presunción fundada de su existencia, ya sea por fuentes documentales históricas o por otros estudios”.
Sin embargo, lamentó, aún así se seguía destruyendo patrimonio, y “urgía crear proyectos científicos de investigación en colaboración con la Universidad, la Administración y los agentes sociales implicados, y también realizar una Carta Arqueológica Subacuática”. Un trabajo que, tal y como quedó patente en la conferencia y posterior coloquio de la UIMP, ya está dando sus frutos.