Tere Macías ha roto barreras en un mundo tradicionalmente de hombres y es una de las pocas tatuadoras con estudio propio en la zona.
Mujer, emprendedora y tatuadora. Se trata de Tere Macías, una linense residente en Gibraltar que ha roto barreras al abrir su propio estudio de tatuaje en un mundo en el que predominan los hombres.
Estudió Decoración y Arte y cursó estudios de Coaching, a lo que se dedicó profesionalmente durante un tiempo. Aunque aquello no le llenaba. Por eso decidió cumplir su sueño, tatuar, algo que había aparcado al ser madre. Y lo ha conseguido. Lleva ocho años tatuando.

Tras trabajar durante algún tiempo en Sabinillas compartiendo estudio con otro tatuador, decidió independizarse y abrir su propio estudio.
Aunque dudó entre Gibraltar y La Línea, finalmente se decidió por su ciudad natal. “En La Línea hay más disponibilidad de locales y los precios son más bajos. Vi que había espacio para mí y me decidí”, cuenta. Hace más de un año abrió el estudio en la calle Jardines y acaba de trasladarlo a la calle San Pablo.
Reconoce que no ha sido fácil:
“Es duro, tienes que tener la cabeza muy centrada y dedicarle a esto mucho tiempo, pero es mi propio negocio. Soy quien tatúo, gestiono, atiendo a los clientes… aunque merece la pena. Como me gusta tanto tatuar le dedico muchas horas, duermo poco y muchas veces me llevo el trabajo a casa para terminar diseños. Sin embargo, estoy muy contenta, tengo bastante trabajo y mis clientes están contentos”.
Y es que el tatuaje requiere destreza y concentración, algo a lo que Tere Macías le añade sensibilidad y mucha empatía:

“Tatuar requiere de mucha concentración y mucha adrenalina. Tienes que estar al cien por cien y tener mucha empatía con el cliente. Debes saber cómo llevarlo, sobre todo cuando son tatuajes grandes que necesitan muchas horas de trabajo”.
Reconoce que es difícil ser tatuadora en un mundo tradicionalmente de hombres y también que innovar en este sector no es bien visto por algunos compañeros más tradicionales:
“El tatuaje ha cambiado mucho en los últimos años, no sólo en diseños, sino en máquinas, tintas… Los nuevos medios permiten plasmar sobre la piel tatuajes realistas inimaginables hace años. La gente, además, quiere cosas nuevas y a mí me gusta innovar. Sin embargo, lo nuevo no está tan aceptado por parte de algunos viejos tatuadores, que se muestran reacios”.
Cuando se le pregunta qué puede aportar una mujer al sector del tatuaje responde tajante:

“Tú sabes que la mujer tiene un grado más de inteligencia y hay que usarlo -bromea-. Hay tatuadores que también son empáticos, creativos y sensibles, aunque creo que la mujer está pegando fuerte en el mundo del tatuaje. Además, hay hombres que buscan a tatuadoras porque dicen que somos más delicadas, más pacientes y más creativas. Yo suelo ser delicada y no presiono demasiado la piel. Soy muy sensible al dolor y procuro ponerme en la piel de mis clientes -nunca mejor dicho-”.
En cuanto al perfil de sus clientes, asegura que hay de todo: “He tatuado desde a menores con 15 años que vienen con la autorización de los padres, a una persona de 74 que se hacía el primer tatuaje. Fue muy estimulante”.
Quien se haya hecho algún tatuaje sabe que resulta adictivo. “El problema de hacerse el primer tatuaje es que luego quieres más. Ha habido gente que viene con mucho miedo y que se desmaya cuando ve la aguja, pero casi todo el mundo repite”, explica.
Tendencias

En cuanto a las tendencias, la demanda es muy diversa y los clásicos no fallan. “Hay de todo, siguen pidiendo tatuajes de la vieja escuela, realismo, frases, diseños minimalistas, que están muy de moda y que me gustan bastante; otros con mucho colorido, tribales…Yo también hago mis propios diseños y a veces salen algunos, aunque hay gente que viene con una idea muy clara de lo que quiere”, explica.
Como profesional no pone reparos a los gustos de sus clientes y asegura que a todo le pone ilusión. “Sí me han pedido Amor de madre”, reconoce cuando ReachExtra le pregunta.
“A todo le pongo ilusión. También me han pedido muchos diseños divertidos o insólitos. Yo he hecho diseño de rábano y me ha encantado tatuarlo, más que un infinito, porque ya he hecho tantos…Tienes que estar abierta a lo que te piden y le pongo ilusión a todo”, indica.

También son tendencia las frases, las fechas y los números. Le preguntamos si las letras en chino y en árabe siguen teniendo adeptos:
“Siguen pidiéndolo, muy poco, pero lo demandan. Eso sí, yo le pido a mis clientes que me traigan la traducción de lo que quieren”.
En cuanto al grado de dificultad, el realismo es el rey: “El realismo es lo que más trabajo requiere y supone todo un reto. Para mí es lo más del tatuaje. Cada milímetro de piel cuenta”.
La seguridad y la higiene son fundamentales, por lo que, como sus compañeros, alerta sobre el intrusismo:
“Hay mucha gente tatuando en casa y los riesgos sanitarios son importantes, además de que no es legal. Si vieras la de gente que me viene con destrozos y cicatrices… Es preferible gastar 20 ó 30 euros más y tatuarte en un estudio homologado para no arrepentirte”.